Un equipo de investigadoras del Conicet y de la Universidad Austral logró prevenir, en modelos con animales, un tipo de dolor crónico que afecta a miles de pacientes con cáncer tras la quimioterapia. El estudio abre la puerta a terapias más humanas, eficaces y accesibles con compuestos derivados del cannabis medicinal.
El experimento se realizó con ratones que habían sido sometidos a quimioterapia, y, como resultado, presentaban una intensa sensibilidad al frío y al tacto: signos claros de neuropatía periférica inducida por el tratamiento. Tras administrarles una combinación de cannabinoides formulados para uso oral, los síntomas desaparecieron.
Cannabis, ciencia y liderazgo femenino
Las científicas argentinas se enfocaron en un problema concreto y frecuente: los efectos secundarios dolorosos que sufre una gran parte de los pacientes con cáncer luego de los tratamientos con drogas como el paclitaxel, una de las más comunes en quimioterapia. La neuropatía puede ser tan intensa que incluso obliga a detener el tratamiento oncológico y afecta el pronóstico del paciente.
El trabajo realizado por el Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional (IIMT), una unidad de doble dependencia del Conicet y de la Universidad Austral, tuvo el liderazgo de las doctoras Delia Soriano y Florencia Coronel. Este equipo desarrolló una combinación de compuestos cannabinoides que lograron prevenir la aparición del dolor en ratones, sin afectar el sistema nervioso central. Es decir, sin provocar efectos psicoactivos ni sedantes.
La fórmula utilizada combina fitocannabinoides derivados del cannabis con sustancias que potencian su acción en el sistema nervioso periférico. Al ser administrada por vía oral, esta estrategia resulta más amigable, cómoda y segura para el paciente, especialmente si se piensa en su aplicación clínica futura.
El estudio fue publicado en la revista Psychopharmacology, una de las más prestigiosas en el campo y despertó interés internacional. Aunque aún falta realizar estudios clínicos en seres humanos, el trabajo es una prueba contundente de cómo la ciencia en Argentina sigue generando conocimiento de frontera con impacto real en la vida de las personas.
El siguiente paso del equipo será buscar financiamiento para los ensayos con personas y asociarse con laboratorios que puedan transformar el descubrimiento en un producto farmacéutico aprobado. De lograrlo, podría ser una de las primeras terapias preventivas de neuropatía por quimioterapia basadas en cannabis en el mundo.